jueves, 18 de febrero de 2010

Dime que sí, dímelo.


Eran las siete y catorce de la tarde cuando ella llegó a aquella plaza.
La que veía tan lejos que creía que iba a llegar tarde, pero esa vez no, esa tarde llegó hasta un minuto antes de la hora ¡qué record! era la chica del reloj atrasado. Cuando éste marcó las siete y quince, detrás de una de las enormes columnas de la plaza apareció él, Erick. Qué chico más puntual ,pensó, aunque más bien lo pensó en voz alta y sus mejillas comenzaron a tener un color rojizo. Él la miró y le dijo:
-Qué guapa vienes hoy, Amanda.
-Tú no te quedas atrás-contestó.
Los dos rieron y sonrieron, parecían una parejita feliz, pero no; no lo eran.
-Bueno, ¿y a dónde te apetece ir?- preguntó Erick.
- Llevo varios días con antojo de pasear por la playa.
-¿Con el frío que hace?
-Sí, es lo mejor de pasear por la playa en invierno, el frío que hace.
-Bueno, está bien, pero después vamos a tomarnos un buen chocolate caliente ¿eh?
-Lo que el señor diga-contestó, con cara de pillina.
Él sonrió y comenzaron a andar. Por el camino estuvieron contándose anécdotas del instituto, sólo se escuchaban carcajadas y más carcajadas.
-Hacía tiempo que no me reía tanto-dijo él.
-¿Sabes? Yo también, y me encanta, es una sensación tan…genial.
-Sí, esas risas que te dan dolor de barriga y te hacen llorar son las más geniales.
-Sobre todo si eres tú el que hace que me duela la barriga y llore de risa.
En un momento Erick no dijo nada, aunque no hacía falta, esas mejillas rojas lo decía todo.
-¿Sabes algo, Erick?
Al ver que él no contestaba, continuó:
-Te quiero, te quiero demasiado. Eres el dueño de mis sueños, pienso en ti prácticamente las 24 horas del día,
salgo todos los días a la calle y paso cerca de tu casa por si hay suerte y te veo salir o al menos por la ventana de tu habitación. Sólo con verte de lejos, o que me sonrías o me dediques una simple mirada, haces que mi día sea genial y lo vea todo de colores.
-¿Y tú qué me dices Erick? ¿ me quieres? Dime que sí, dímelo.

Desgraciadamente recibió de respuesta el silencio, un triste y feo silencio.



Amanda sólo era una chica, en frente de un chico, pidiéndole que la quiera.

3 comentarios:

  1. Buaf, nose de donde lo has sacado, o si es tuyo...nose. El tema es que es increible.
    Hay que tener valor para pedirle a alguien que te quiera.

    Te quiero tia, y no te pido que me quieras porque sé que lo haces, y no sabes lo feliz que me hace eso.:)

    ResponderEliminar
  2. Bueeeno...¿A dónde coño a ido a parar mi comentario anterior?
    En fín, escribo otro, sin problemas.
    El texto es increible, vaya. Hay que tener valor y seguridad para pedirle a alguien que te quiera, aun teniendo la posibilidad de recibir el silencio, como la del texto :S

    Aiiins,Cris!(L)

    ResponderEliminar
  3. Jajaja, esto esta bien!(:
    Yo también hago lo mismo. Todo lo que hay en mi blogspot es mio, lo veo mejor :D


    tequiero!

    ResponderEliminar

Dime si sentiste algo al leer las palabras que salieron de mis labios. Puedes conseguir que sonría.