sábado, 4 de agosto de 2012

Hablo de dejar un libro en la estantería y coger otro. ¿Entiendes?

-No me gustan las despedidas.
La miro, sin idea alguna de por qué ha dicho eso. Estamos sentados en el banco que hay frente al paseo, una larga calle de árboles nos rodea. Su mirada parece estar perdida entre ellos. A lo lejos
las luces de la ciudad alumbran sus ojos, y me atrevo a hablar:

-¿Por qué dices eso?
-Porque es así.-se queda un rato pensativa y continúa.- No me gustan las despedidas. Y en un momento u otro tendré que despedirme de ti.
-Pero las despedidas cortas no son malas.
-Hablo de las largas. De los adiós. Del punto final, de dejar un libro en la estantería y coger otro. De esa despedida ¿entiendes?

Me preocupo. Su cabello cubre su rostro por un instante, hago ademán de apartárselo pero me quita la mano.

-No lo hagas.-dice.
 Y vuelve a mirar hacia el frente, con lágrimas, y en ellas vuelvo a ver las luces de la ciudad.

-¿Por qué dices esto?
-Porque me voy. Me voy para siempre y sin yo quererlo. Me voy porque la vida así lo quiere, me eligió a mí, y todo lo demás son consecuencias.


Me quedo boquiabierto. Se va, así sin más, y no entiendo el por qué exacto, no me lo llega a decir. Solo dice, y repite que la vida lo ha elegido así y que ella lo acepta. Pero llora, llora a mares. Se levanta y las luces dejan de brillar en sus pupilas. Y esa vez iba a ser la última vez que vería esa mirada, que me reflejaría en ella.





1 comentario:

Dime si sentiste algo al leer las palabras que salieron de mis labios. Puedes conseguir que sonría.