jueves, 10 de octubre de 2013

pero tú, al fin y al cabo.

Giré la cabeza y te vi. Fue como un latido que me aseguraba que si miraba, no vería otra cosa más
que tu rostro, tal como lo dejé la última vez.
Allí estabas, ahogado en lágrimas, quizás algo más viejo, quizás con la camisa más arrugada, pero tú, al fin y al cabo. Temblé.
Temblé al recordar todo aquello que nos pasó, aquello que hiciste, aquello que hice, aquello que arrebatamos con ganas, o eso parecía. No sé por qué sigues llorando, cuántos inviernos habrán pasado sin rozarnos, sin hablarnos, sin mirarnos. No sé ni por qué sigues ahí, tampoco por qué sigo aquí.


Has vuelto, me verás más viejo, la mezcla de alcohol con desamor nunca fue buena, o eso dijiste aquel día que me serviste una copa. Aquella noche estabas preciosa, y veo que sigues estándolo, estar sin mí te ha sentado bien, amor.

2 comentarios:

Dime si sentiste algo al leer las palabras que salieron de mis labios. Puedes conseguir que sonría.