jueves, 9 de junio de 2011
Hasta llegar al corazón.
Podíamos ver a Helena cómo hundía sus dedos en las teclas del piano y hacía sonar melodías dulces, nostálgicas, risueñas, encantadoras... La piel se nos erizaba con tan sólo verla, en sus ojos se reflejaba que amaba cada sonido que producía, que entraba por sus orejas hasta llegar al corazón. Y fue entonces cuando comenzó a cantar, fue entonces cuando nuestros tímpanos no aguantaron aquella magnífica voz y estallaron. Fue entonces cuando Helena comenzó a llorar mientras cantaba; en sus lágrimas había nostalgia, felicidad y tristeza. Una mezcla de sentimientos que la hizo estallar. Y es que Lia, su abuela materna, fue la que le enseñó aquella canción tan sólo cuando tenía doce años, y hoy hace cinco años desde la última vez que la tocó a su lado.
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Me encanta, me encanta, me encanta. Haces magia con palabras, me he sentido Helena por un momento, precioso.
ResponderEliminarMuchas gracias por haberte pasado por mi nuevo espacio.
Un beso.
Precioso, perfecto
ResponderEliminarun beso
Sentir la música sobre la piel calmaría a la más fiera de las bestias.
ResponderEliminarVivan las abuelas, que tantas lágrimas nos roban (pero siempre con permiso)
¡Es precioso! Me gusta cómo juegas con las palabras :)
ResponderEliminarQué tierno.
ResponderEliminarMe encantó
Oh Dios mío! Qué bonito y triste, me encanta!
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