martes, 21 de junio de 2011

Y para qué mentir; estabas preciosa.

Tu trenza se deslizó por mi hombro derecho cuando rozaste mis labios. Mis manos temblaban cuando tocaban tu cuerpo desnudo, notar tu lengua jugar con la mía me estremeció. ¿Quién nos iba a decir que en una cita de trabajo íbamos a acabar las dos metidas en mi cama? La palabra pasión la teníamos escrita en las cervicales, y la palabra amor entre la ropa interior que minutos antes habíamos tirado.

5 comentarios:

  1. Seguro que nadie se lo esperaba. Me ha gustado esta entrada, como has expresado un omento tan tierno de manera tan sencilla y perfecta.

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  2. Estoy de acuerdo con Big.Small.Big.Small, nadie se lo espera. Bonita entrada.

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  3. dulce y tierno...
    que me ha encantado leerte...
    besos!!

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  4. Que las manos te tiemblen de anhelo... me encanta (:

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Dime si sentiste algo al leer las palabras que salieron de mis labios. Puedes conseguir que sonría.