sábado, 22 de octubre de 2011

veintidós de Octubre.

Era pequeño cuando lo vimos por primera vez, ahí, al lado de la basura maullando como si se le fuera la vida en ello. Se nos acercó de inmediato, al igual que a la pareja que teníamos en frente pero que en cambio ni le miraron aún sabiendo que estaba ahí, muriéndose de hambre. Su mirada nos hizo flan el corazón y las piernas nos temblaba. Maullaba, no paraba de hacerlo aún cuando entró en casa, aunque Ángel notó muy bien que ya no se trataba del mismo maullido, sino uno de agradecimiento. Era el Otoño más frío que la piel de los habitantes de Nueva York habían sentido. Frío y blanco como el hielo. Hacía un año que pusimos los pies en aquél lugar, y nuestro pequeñín nos dio la bienvenida. Su historia triste terminó ese veintidós de Octubre cuando nos cruzamos por su camino, y él, trajo más felicidad a nuestra vida.

2 comentarios:

  1. Ay, que bonito Cristina.
    Me ha recordado a un gatito que encontré con una amiga en Valencia, llamamos a la protectora para que se lo llevaran ^^
    Muchos besitos :)

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  2. Awwwww!! Siempre en bueno ayudar un indefenso gatito :)

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Dime si sentiste algo al leer las palabras que salieron de mis labios. Puedes conseguir que sonría.