martes, 24 de julio de 2012

Tic-tac.

El reloj marca las cuatro y media de la madrugada. Y los tic-tac resuenan en la habitación, golpeándose en las paredes. En medio estoy yo, haciendo sombra a esta soledad. A la incertidumbre de la noche, de las farolas que no terminan de encenderse y de aquél que anda por debajo de ellas sumergido en pensamientos.
Ahí estoy yo, perdida.
Tic-tac, tic-tac.
-¿Hay alguien ahí?-pregunto sabiendo que no habrá respuesta. Y no me equivoco.
Eran aquellas cosas que mareaban mis pensamientos y no me dejaban en paz. Había agobio, infelicidad, desesperación, apatía.
Era un yo pero sin ser. Media vacía como aquél vaso que dejé horas atrás en la cocina.
Una vida llena de suspiros, anhelaciones, y sueños por cumplir, pero sin ganas.
-¿Y qué mierda quieres hacer con todo esto?- me pregunto mirándome en el espejo.
Y mi reflejo no responde, tampoco espero que lo haga. Y sigo ahí, en medio, haciendo sombra a esta soledad.

2 comentarios:

  1. Que triste. La soledad es tan dura y tan cruel. A veces es en la soledad donde nuestro yo se recompone y se sana de las heridas.

    Me ha gustado!!

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  2. Me acorde de una de las tantas novelillas...lo cual sin duda es gratificante...de Carla guelfenbein...el revés del alma...siempre se siente algo, pero si no es poeta...el léxico irá en desmedro del sentimiento

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Dime si sentiste algo al leer las palabras que salieron de mis labios. Puedes conseguir que sonría.