La cuarentena me obligó a parar y nombrar.
Nombrar aquello que tengo dentro que no entiendo.
Esas contradicciones que se escapan de mi poder y que solo están, sin yo elegirlo.
Cuando paramos todo emerge, lo que escondimos tanto tiempo en los bares, en las risas, en los "estoy bien" pero no, o "en realidad no tanto,pero nunca acabaría de contarte" o "estoy hasta el coño de hacerlo." O "no quiero abrirme contigo, en verdad."
Y ahora, que por primera vez el mundo se para, no te puedes bajar. Tienes que quedarte, y observas sin querer todo lo que hay en ti. Y ahora qué, te preguntas.
Y yo que sé, te contesto. Y nos miramos fijamente como quién se conoce desde hace veinticuatro años. Y nos sonreímos, a la vez, qué suerte.
"Al menos nos tenemos" - te digo en voz baja- es de lo único que estoy segura en estos momentos.
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