miércoles, 25 de mayo de 2011

Desconfiaba de la vida y de las sonrisas ajenas.

Siempre llevaba una pistola en su bolso porque desconfiaba de la vida y de las sonrisas ajenas. Tenía algo metido en la cabeza que la hacía pensar en que cada vez que dos personas estaba hablando, era de ella. Quizás tenga algo que ver los golpes que le ha dado la vida, pero por no fiarse no se fiaba ni de su propia sombra.

3 comentarios:

  1. La desconfianza no debe ser así, existe cierta desconfianza pero no tanto...

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  2. a mi hay veces que también me sucede, se llama estar a punto de matar a alguien por cualquier cosa y todo el mundo peligra de muerte.

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  3. Hola.
    Acabo de conocer tu blog y me encanta.
    Me fascina como escribes :):):)


    Un besito.

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Dime si sentiste algo al leer las palabras que salieron de mis labios. Puedes conseguir que sonría.