miércoles, 13 de julio de 2011

Hasta que hice una excepción

Intenté hablar, pero no me escuchaste. Eras tú en aquellos momentos la que hablaba y hablaba, gritándome que no te diera explicaciones, que era un hijo de la gran puta y yasta, no había nada más que hablar. Pero no, detrás de todo había una explicación coherente,no como tus palabras llenas de odio, rencor y de mucho orgullo. Porque en tu cabeza en momentos como aquel sólo había orgullo ¿dónde dejabas la chica madura con dos dedos de frente? después la película seguía, venías llorando hacia mí y me abrazabas pidiéndome perdón por tus -duras- palabras y yo siempre te perdonaba. Hasta que hice una excepción. En cambio tú, nunca entendiste nada.



8 comentarios:

  1. ¿Y está seguro que esa excepción fue la acertada?
    muá

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  2. EL orgullo y el odio pueden cegar nuestros corazones, pero debemos aceptar las consecuencias de lo que esto provoca.
    Un beso enorme :)

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  3. Pues sí, a veces las excepciones son muy necesarias. Me encanta la foto :)
    Un beso.

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  4. Como le he dicho hace dos minutos a una amiga: "a veces hacemos cosas irracionales que nuestra mente no es capaz de comprender. El corazón se guía por coordenadas opuestas. Nuestros sentimientos llegan a ser caóticos, incomprensibles" Por todo ello, se hacen excepciones. Beijinhos.

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  5. esto me recuerda mucho a mí misma.

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Dime si sentiste algo al leer las palabras que salieron de mis labios. Puedes conseguir que sonría.