Helen quiere que empieces desde el principio.
Tendría unos cinco años cuando Helena se escondía debajo de la cama y Lia iba tras ella, diciéndole palabras bonitas para que su miedo desapareciera. Helena lloraba mucho, y eso hizo que Lia a veces la llamase Lá, de Lágrima. Tuvo una infancia como una niña cualquiera, una infancia bonita con recuerdos entrañables. Pero lloraba, lloraba como si tuviese una cascada en las órbitas. Antes de merendar escuchaba los cuentos que su abuela le leía sentada en el sofá, mientras le acariciaba el pelo. Y ella nunca hacía caso a lo que oía, sino que se quedaba embobada mirando sus labios para ver cómo pronunciaba cada letra. Nunca vio la magia en los cuentos, sino en los labios de aquellas personas que lo relataban.
Uau!! Me encanta el nombre de Lía :)
ResponderEliminarpara ver esa magia hay que saber mirar...
ResponderEliminarque me encanta...
besos!
yo también miro así a las personas que me cuentan cuentos .
ResponderEliminarQue preciosidad de texto!! <3
ResponderEliminarQué historia tan bonita
ResponderEliminarUn beso
A mi lo que me sorprende es imaginarte a ti escribiendo esto, me encanta.
ResponderEliminarUn beso, voy a ver si termino lo que estaba preparando para tu concurso.
Un nombre muy original!
ResponderEliminarLos narradores también tienen magia, y muy pocas personas saber verla :)