Odiábamos cuando llegaba el momento, cuando tenía que subirme a aquél aparato, el cual me llevaría a kilómetros de ti. Me decías que el destino estaba celoso, que jamás le había ido bien en el amor y por eso se dedicaba a separar a las parejas. Y yo reía cada vez que te escuchaba decir esas cosas, era lo único que nos animaba en aquellos momentos, tus tonterías. Esperábamos en el andén sentados cuando me susurraste:
-Te echo de menos y aún no te has ido.- mientras me acariciabas el pelo.
En aquellos momentos sólo podía sonreírte, mientras aguantaba las ganas de llorar que tenía por dentro.
(el título lo he sacado de
C.B)
(aquí estoy de nuevo ♥)
Amé esta entrada! ♥
ResponderEliminarPreciosísimo, como siempre (:
ResponderEliminarPor favor, que me entristezco y todo.
ResponderEliminardecir adiós siempre es como clavar estacas en el corazón.
ResponderEliminarbesos
se me permite llorar? lindisimo!!
ResponderEliminarUn brindis de chocolate desde París