domingo, 13 de noviembre de 2011

durante dos años y medio, la escuché llorar.

No era fácil, no. Le costaba aquello más que mirar fijamente a los ojos de un desconocido. Nunca lo llegó a decir, pero sé que le echaba toda la culpa a ella. Y fue injusta.
Nadie dijo que fuera fácil. Ella y sus ganas de siempre ir la primera creó esa imagen y cayó en el agujero que ella misma provocó poco a poco. Su habitación daba con la misma pared que la mía y todas las noches, durante dos años y medio, la escuché llorar. Balbuceaba palabras que no pude escuchar, pero lloraba a pleno pulmón, dejándose el alma. Después la veía salir por la mañana bien temprano, durante este tiempo nunca supe que lo hacía porque el frío le traía buenos recuerdos y le sacaba alguna que otra pequeña sonrisa. O eso fue lo que al menos le dijo a la camarera del bar Café des moulins. Ella nunca supo de mi existencia, bueno, en realidad sí, pero no supo jamás que le seguí y estuve al día de todos sus sentimientos y emociones. Ella sí sabía quién era yo, porque yo era "ella"; el motivo de sus llantos, y de esa manía de querer sacarme de su corazón y no poder.



(foto + foto) -espero que os gusten-

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