miércoles, 4 de abril de 2012

escribí cartas hasta que sentí que no podía más.
el hombre de las arrugas me observaba mientras tomaba el café de las nueve. era un tipo curioso, al cual jamás vi en otro lugar que no fuera allí.
no hacía más que observar, tomar café y fumar.
a veces pasaba por mi lado con la excusa de ir al servicio, y finalmente me preguntaba que qué hacía con tanto esfuerzo.
era un hombre maleducado, pero a mí no me importaba, ya que me parecía bonito compartir algo especial con un desconocido.
me llegó a contar experiencias de su juventud. tenía una forma bonita de contar las historias vividas, los momentos más horribles, los llantos más largos, y su primer amor y último. se le murió en sus brazos, << aún la siento >> me decía. y a mí se me derramaban lágrimas a mares. el hombre de las arrugas fue mi musa, gracias a él me atreví a escribir tantos sentimientos en un papel, él me dio todas las fuerzas que no tuvo en su momento para seguir.

1 comentario:

  1. Es curioso como a veces son los desconocidos los que acaban dándole luz a nuestros dedos cuando la inspiración ha desaparecido.
    Un beso enorme bonita :)

    ResponderEliminar

Dime si sentiste algo al leer las palabras que salieron de mis labios. Puedes conseguir que sonría.