Todo seguía igual: los mismos suspiros pesados, las sonrisas frías, los te quiero vacíos. Mis piernas seguían temblando cuando escuchaban el eco de tu voz y el corazón, cada vez latía menos.
Las lágrimas se cansaron de borrarme la vista. Ya no escribía en los cristales empañados. Dejé la libreta hace tiempo de lado y con ella las anotaciones de los detalles que me hacían sentir viva.
Y es que cuando hablabas de cambiar, creí que te referías al mundo.
Intenso...
ResponderEliminarA veces no hay una respuesta, no hay un por qué. Las cosas solo pasan, y después se arreglan. O viene algo mejor. Quién sabe...
Incógnitas que se perderán con el aire. Comparto con Julieta, intenso. ;)
ResponderEliminarLa última frase es bestial. Muchos, muchos sugus azules.
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